Por: Ana María Estrada Tobón
La invitación es a poder ir un poco más profundo hacia aquello que no es evidente, pero que porque no lo sea, no significa que no está. Está y es lo que marca la diferencia, solo que si no estamos atentos, centrados y en presencia, no tenemos cómo verlo. Y si no lo vemos, nos lo perdemos; y si nos lo perdemos, nos falta un “algo” importantísimo” que puede significar la diferencia entre “el conocer” y “el entender”.
Podemos llegar a esta presencia por medio del silencio, la quietud, la observación y el sentir, que nos permite estar presentes, sobre todo para nosotros mismos. Se trata de la integración del pensar, del sentir y de la voluntad, para que todo ese ejercicio reflexivo y de conciencia de la emoción – que conduce a la acción- no se quede inmóvil, sino que todo lo contrario, surja con fuerza y potencia hacia la acción responsable y empoderada.
De eso se trata este trabajo de lo humano. Que seamos capaces de ver, eso que no vemos, pero que porque no lo veamos, no significa que no esté allí, y que no esté generando las consecuencias sistémicas que genera.
Marzo 12 de 2019.