Por: Sara Martínez
Últimamente en los desafíos que nos propone este momento tan disruptivo, que no es impuesto sino ganado por nosotros mismos, nos encontramos frente a un aprendizaje de orden sistémico. Las posibilidades de tener mayor acceso a la información, de todo tipo, nos ubica en la responsabilidad de hacernos cargo de todo lo que logramos percibir de nuestra realidad, hacernos cargo con nuestras acciones de participación en los movimientos del mundo, hacemos parte del tejido, nada está desconectado y cualquier cosa que hagamos o dejemos de hacer cuenta.
Otto Scharmer logra ver las brechas sistémicas de nuestra economía que es una, y que ya esta vez nos es de la economía de cada quien, de cada país, de cada región, de cada casa; se trata de la Casa de Todos, y claramente cualquiera de nuestras actuaciones o ausencia de acción tiene un impacto Eco-Sistémico. A su vez, Otto logra también hacernos la invitación a ocuparnos de 8 temas de nuestra economía mundial a los cuales se refiere como puntos de acupuntura.
La acupuntura como práctica opera bajo la consciencia de que existen en nuestro organismo biofísico, puntos neurálgicos donde, si se ejerce la adecuada presión, hay una resonancia amplia por la conexión de nuestro sistema nervioso. En el caso de nuestro sistema social-colectivo, se trata de 8 temas fundamentales sobre los cuales debemos actuar con contundencia, estos son: la naturaleza, el trabajo, el capital, la tecnología, el liderazgo, el consumo, la coordinación y la propiedad. En todos ellos emerge una invitación necesaria que implica, conectar los puntos, pensar siempre en bienes comunes y en el adecuado uso de las cosas, más allá de nuestro desparramado reclamo de lo propio que tiene como consecuencia la exclusión.
Ejercer la adecuada presencia implica:
- Que nos reconozcamos pares con la naturaleza para devolverle el favor cultivándola y creando nosotros los ecosistemas no humanos.
- Que el trabajo pierda su fuerza enajenante y sea inspiración y propósito, que cada uno de los seres humanos adultos sean capaces de ser creativos en su propio hacer, más allá de ser dueños de sus empresas.
- Que reconozcamos el capital más allá de lo financiero como un capital integral para no generar absurdas externalidades como la de producir y producir dinero sin cuidar la salud, las relaciones, o las consecuencias, para después perder el dinero en resarcir el propio vivir.
- Que aceptemos que la tecnología no nos ha dejado el tiempo libre para lo esencial -como fue la promesa- y que no solo la usamos como herramienta, sino que ella nos usa a nosotros algorítmicamente, recibiendo de nosotros la información fachada con la que nos queremos identificar todo el tiempo.
- Que el liderazgo no pertenece a nadie en particular, que nos convoca a todos ser mayores de edad presentes en este vivir.
- Que el consumo no solo debe ser consiente de mi boca o la puerta de mi casa para adentro, si no que debo saber qué pasa por ese camino antes de llegar a mí, para no profundizar las brechas ambientales, laborales, y sistémicas de otro nivel.
- Que el todo y las partes deben estar relacionadas y que la especialización solo es importante si logra asomarse de vez en cuando a la conversación panorámica, porque corre el riesgo de perderse y desconectarnos y ya no queremos más fragmentación.
- Que nada y todo nos pertenece: nada porque no somos dueños excluyentes sino que el llamado es a compartir el uso de lo que tenemos y sabemos, y que todo nos pertenece porque estamos llamados a cuidar, gestionar y remediar todo para todo y todos.
Para conectar los 8 puntos anteriores es menester, integrarnos primero como seres humanos, nuestra mente, nuestro corazón y nuestra voluntad con inteligencia y ¿cuál es la inteligencia? Nada más que apertura para la lograr la integración, así la principal brecha que se cierra es la de nosotros mismos, integrando lo que sentimos, hacemos y pensamos y así ayudar a zurcir las fragmentaciones que hemos heredado, somos responsables de reconectar el mundo.