Por: Ana María Estrada Tobón
Un asunto que merece de toda nuestra atención tiene que ver con la emoción de querer saber qué va a pasar; como si aún hoy, estuviera en nuestras manos, controlar lo incontrolable.
El poner el foco y la atención en el futuro, genera una consecuencia sistémica desafortunada, en el sentido de que soltamos nuestra presencia, y no vemos los síntomas y las señales que nos da desde el presente, ese futuro que está queriendo emerger.
Es por eso que para serenar un poco nuestra ansiedad con lo que podría pasar, pero que nadie sabe de qué se trata, bien valdría la pena, reconectar el operar con el proceso en el presente, para que pueda ir piano, piano, como dirían los italianos, resolviendo el futuro, pero desde mi presencia en mi presente.
Nada más desafiante que esa maravillosa mezcla de certezas y puntos ciegos. La una no puede vivir y subsistir sin la otra. Tienen una relación de dependencia tremenda, y por eso, es posible resolver este tema, por un lado, o por el otro. Es decir, si nos ocupamos de los puntos ciegos, podría pasar que transformemos las certezas que guían y orientan nuestro vivir; y viceversa.
Por lo tanto, al poder sacar a la luz esas contradicciones, tendríamos que ocuparnos de ellas y resolverlas, con la conciencia de que no hay cómo “tenerlo todo”, conservarlo todo, y acaparlo todo. El aprendizaje del desapego, así nos lo ha enseñado. Si somos capaces de desapegarnos, estamos permitiendo el fluir de la deriva natural, sin resistencia. De eso se trata la vida.