Por: Ana María Estrada Tobón
Necesitamos ampliar nuestra visión y pasar de la mirada egosistémica, a la mirada ecosistémica, al maravilloso paisaje del sentido profundo de unidad.
La invitación es a ser capaces de escuchar a los otros, a desapegarnos de nuestras propias certezas, para poder darle cabida a la colaboración.
Y es que de eso se trata la colaboración: de un ejercicio profundo de “desapego”. Desapego al propio mirar, porque si eso no ocurre, no tenemos cómo conversar. Es decir, la conversación no aparece; surgiendo eso sí, la sordera personal que se convierte en organizacional.
En otras palabras, caemos en el delirio de pensar que estamos todo el tiempo en “modo” escucha, cuando lo que realmente estamos viviendo es la trampa del aferrarnos de manera insconsciente- en algunos casos-(ceguera involuntaria), a nuestras propias certezas. Por lo tanto, la escucha no es un hecho meramente biológico. Es un tema sistémico integral y profundo que involucra la unidad ecológica organismo-nicho. Y que tiene que ver con la manera cómo miro a los demás y la capacidad que tengo de ver al otro. Porque si no lo veo, no tengo nunca cómo escucharme, y “gatillo” de manera automática, mis prejuicios y mi “clasificación” del otro, incluyéndolo o sacándolo definitivamente de la organización, y del espectro de la luz visible que logro enfocar; pero ya no desde un fenómeno biológico, sino individual, que se vuelve cultural.
Junio 5 de 2019.