Por: Ana María Estrada Tobón
Culturalmente hemos aprendido la importancia del esfuerzo para alcanzar nuestras metas. Sin embargo, el fluir del vivir resulta de manera natural y sin forzarlo. Surge en la alegría de recorrer y de disfrutar el proceso, tal como dice Maturana:
“Hablamos de colaboración, cuando vemos a varias personas coordinando sus haceres y emociones en alguna tarea particular en el placer de hacerlo, sin esperar otro beneficio que ese placer». Humberto Maturana.
El tema es que esta mirada, dista mucho de lo que hemos aprendido todos en nuestros respectivos nichos, y esa es la razón, por la cual, la vida implica “sacrificio”, desgaste y cansancio. De acuerdo con la Biología Cultural, no hay tal.
Es innecesario vivir el fluir del vivir con esfuerzo. Y desde ahí, nos invita a revisar nuestra forma de operar, hacia una dinámica de más bienestar y fluidez en el proceso, bajo el convencimiento de que si estamos presentes en el placer y la alegría del fluir, los resultados aparecerán, de manera sistémica y contundente.
La alegría en el proceso le da al trabajo y a cualquier ámbito laboral, un “tono” único y especial: tiene que ver con el disfrute de lo que se hace, no por disciplina, sino por convicción de que eso que se está viviendo, tiene un sentido para el que lo hace.
Precisamente, la emoción que hace posible a las redes colaborativas, es el placer de estar juntos, trabajando y colaborando.
Noviembre 29 de 2019.