Por: Ana María Estrada Tobón
Al recorrer nuestra ruta de vida, surgen las preguntas en todas las derivas de nuestro vivir: se miran de frente y se van resolviendo a medida que se camina.
Lo que le da a las personas tranquilidad de frente a sus propias preguntas, es la capacidad de abrir su corazón y confiar en que las respuestas van apareciendo. Maturana en Chile llama a este proceso “la recursividad”, porque a medida que se van contestando las preguntas, surgen otras nuevas; y desde ahí, el camino nunca se deja de recorrer.
Y esa es precisamente nuestra biología: el corazón nunca deja de latir; los pulmones de respirar. Nuestro organismo funciona sin descanso; y a partir de ese funcionamiento, nuestra fisiología se va transformando. Las personas dependiendo de nuestro comportamiento también nos vamos transformando en la convivencia, unas con otras.
Y son los otros los que nos muestran aspectos de nosotros mismos que nos llevan nuevamente a preguntarnos. Y es este precisamente el proceso para poder regresar siempre a casa, a lo que cada uno de nosotros somos, que nos es otra cosa que ser las personas que vinimos a ser en esta dimensión del vivir, y que gozamos de la enorme posibilidad de proyectarnos en diferentes ámbitos, de los cuales, uno privilegiadísimo, es precisamente, el laboral.
Si aceptamos el reto, con valor y respeto por nosotros mismos y por los que nos rodean, es posible que nos encontremos siendo lo que en nuestra esencia, somos. Y ese es un proceso gozoso, amoroso y con sentido y disfrute.