Por: Ana María Estrada Tobón
Para Otto Scharmer, las organizaciones fértiles, las que están hoy a la altura que se requiere en estos momentos tan disruptivos, tienen que ver con la capacidad que tienen de poner a conversar lo visible, con lo invisible. Para él, lo invisible tiene que ver con la intención y la atención de sus colaboradores para hacer lo que hacen. Y, de esto, normalmente no se habla…
La invitación que nos hace es precisamente la de poner a conversar estos dos grandes mundos, estas dos derivas que viajan de manera paralela, pero que si no ponemos de nuestra parte, para que ambas se conecten, todos nuestros esfuerzos para la sostenibilidad, resultarán siendo infructuosos. Me encanta y disfruto la metáfora a la que alude Scharmer en la nueva edición de su clásico texto: Theory U: la del pintor. Dice de manera hermosa, fluida y sugestiva, que un artista cuando hace su obra, puede poner el foco en tres partes:
– La técnica que usa.
– El resultado que obtiene con su obra.
– El lienzo en blanco.
Lo invisible tiene que ver con el lienzo en blanco, lo que no se ve. Pero que el hecho de que no se vea, no quiere decir, que no está. Y es vital que hagamos conciencia de ello. Algunas veces creemos que como no se ve, o como no se conversa del tema, no está. Pero nada más lejano del sentir de los seres humanos: lo invisible, es el reino de las emociones, allí está el meollo del asunto. Por lo tanto, el tema de lo que hacemos y cómo lo hacemos, se vuelve un tema de disposición y experticia técnica.
Y por eso, precisamente, lo invisible tiene que ver con ese lugar interior, esa intención desde la cual hacemos lo que hacemos; bajo el supuesto de que es ahí precisamente en dónde está la clave del liderazgo: si somos capaces de tener la conciencia de que surja y parta de un propósito común, más que de un beneficio individual. De esta forma, volver visible, lo invisible, es superar la barrera de la mirada empresarial tradicional.
Octubre 4 de 2019.