Por: Ana María Estrada Tobón
El proceso del “caminar” es muy valioso y es importante tener conciencia de su recorrido; presencia en cada momento y como dirían los matrízticos, plasticidad conductual para virar y cambiar de rumbo, si es necesario. Estar abierto a lo que surja, sin tener el apego por lo que queremos que pase. Tal vez, lo que llega, traiga mayores bondades que las que se pensaba traería el camino anterior…
En este sentido, es oportuna la invitación de darnos cuenta del nivel de conciencia que tenemos con relación al propio camino recorrido, haciéndonos cargo de nuestro vivir existencial y laboral. Esta revisión del caminar nos permite evaluar si el rumbo que venimos tomando es el oportuno; o si definitivamente, es necesario, replegar las velas, para volverlas a izar, cambiando el rumbo y permitiendo que el viento nos ayude en nuestra aventura.
La siguiente inspiración nos permite reflexionar sobre el sentido de la ruta:
«Debes tener siempre presente que un camino es solo un camino…Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego, hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta: ¿tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro, te debilita». Castaneda.
Así mismo, este texto nos permite profundizar en el camino que transitamos en nuestro vivir organizacional y destacar lo siguiente:
• El sentido del camino: para Castaneda, el camino no es importante. El camino es siempre el escenario en el cual, mostramos nuestra verdadera esencia como personas; no con nuestras palabras, sino con nuestras acciones y nuestra manera de movernos. Su potencia radica en su falta de importancia. Un camino adquiere sentido, cuando es recorrido, cuando es vivido y cuando es interiorizado. De esta manera, el camino organizacional está enmarcado no solamente por un direccionamiento institucional, sino por el significado, la semántica que dicho camino tenga para cada una de las personas que hacen parte de la organización.
• La escogencia del camino: Castaneda nos invita a escoger el camino con corazón para que el caminar pueda ser gozoso y en alegría. El empuje y el desgaste organizacional, tienen que ver precisamente con este camino con corazón. Es decir, lo trascendente que es para cada una de las personas que lo viven y lo “padecen” o lo disfrutan.
Un camino nunca es por decreto; un camino se recorre con corazón, cuando la persona con conciencia hace una apuesta abierta, honesta y decidida. La pregunta que me gustaría plantear es: ¿tiene corazón el camino que recorro en mi organización?
Agosto 13 de 2019.